Asumió el reinado cuando apenas tenía 5 años. Provisionalmente gobernaron regentes, los cuales mantuvieron una línea de hostigamiento y beligerancia antihispánica. En 1557, ya en su mayoría de edad asumió el mando del reino, pero luego de negociaciones diplomáticas con representantes del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, fue convencido por el Español Juan Sierra para que se someta al vasallaje del rey de España, Felipe II de Habsburgo y renuncie a la lucha de resistencia a cambio de mercedes y privilegios; hecho que sin duda opaca su figura histórica, al doblar la cerviz ante los españoles, a cambio de privilegios y encomiendas en el valle de Yucay.
TITU CUSI YUPANQUI (1557 – 1571)
Fue uno de los incas más notables de la dinastía rebelde. Guerrero por excelencia, reinició la lucha militar contra los españoles, llegando a organizar una sublevación generalizada que abarcase desde Quito hasta Tucumán (Argentina), pero fracasó. Posteriormente tuvo acercamientos con los españoles, bautizándose cristiano y firmando una tregua en 1566, denominada la Paz de Acobamba, según la cual, se permitía el ingreso de misioneros españoles a sus dominios de Vilcambamba. Es famoso por su gran erudición, a tal punto de escribir una crónica de los suceso acaecidos durante la vida de su padre. Su rebelión coincide con el surgimiento del TAKI ONKOY, movimiento de resistencia ideológica, religiosa y política surgido en Ayacucho en 1565, bajo la batuta del profeta indio JUAN CHOCNE, que propugnaba la expulsión de los españoles y el rechazo total a su cultura y religión, además del retorno a la ancestral religión y cultura incaica. Intentó nuevamente encender la llama de la rebelión en todo el Tawantinsuyo, pero fracasó en el intento, sobretodo debido al estado de divisionismo existente al interior de la masa india. Murió en 1570.
TÚPAC AMARU I (1571 – 1572)
Prosigue la lucha de resistencia antiespañola, teniendo que enfrentarse a la ferocidad e insania del Virrey Francisco de Toledo. Éste, a través de fuerzas represivas dirigidas por Martín Hurtado de Arbieto y Martín García de Loyola derrotó al caudillo en la batalla de WAYNAPUCARÁ, logrando fugar, pero entregado a los hispanos por la traición del Cacique Ispaca de la tribu de Momori. Capturado, es llevado al Cusco, y, obligado a comparecer ante el sanguinario Toledo, el Inca lo desaira alegando que éste era solo un yanacona del rey de España. Procesado, es sentenciado vilmente a ser decapitado, ejecución que afrontará con una entereza y un orgullo propio de su estirpe y su linaje real un 23 de Setiembre de 1572 en la plaza mayor del Cuzco, eclipsándose para siempre la gloria del sol incaico.
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