Orión (“El Cazador”) es una de las constelaciones más
destacadas en el firmamento. Sus estrellas son muy brillantes y visibles desde
ambos lados del hemisferio en invierno. Su rasgo más distintivo es una
agrupación de tres estrellas en el centro de la constelación, conocidas como el
Cinturón de Orión, Las Tres Marías o Los Tres Reyes Magos. Orión es reconocida
universalmente, no sólo ahora sino a lo largo de la historia del hombre: en
diversas civilizaciones podemos ver cómo esta agrupación de estrellas fue
objeto de admiración, devoción e incluso inspiración en la construcción de
complejos arquitectónicos. Repasemos algunos ejemplos:
Mapa celestial dibujado por Johannes Hevelius en el siglo
XVII.
SUMERIA Y ORIÓN
Es la primera civilización humana de la que tenemos
constancia. Se constituyó entre los años 4.500 y 4.000 antes de Cristo en la
región de Mesopotamia, entre los río Tigris y Éufrates, donde hoy se sitúa
Iraq.
Construyeron ciudades con palacios y acueductos, crearon una
escritura y un sistema de numeración, un código de leyes, un sistema religioso,
la fundición de cobre y estaño para producir bronce, etc. A ellos se atribuye
el conocimiento astronómico más sofisticado de la antig�edad. Agruparon las estrellas en las
constelaciones que hoy reconocemos, les dieron los nombres que aún usamos y las
localizaron en el firmamento.
Registraron el movimiento de avance diario del sol en su
aparición por el horizonte y detectaron que hay un momento en el año en q sale
2 días en el mismo sitio. En esos dos días el día y la noche tienen la misma
duración y lo convirtieron en un punto de referencia al que llamaron
equinoccio. Con ese punto de referencia empezaron a contar el transcurrir del
tiempo de la tierra. Inventaron todos los conceptos de astronomía esférica, los
polos, los ejes de rotación, la eclíptica, los solsticios y lo más increíble es
que conocían el ciclo llamado precesión de los equinoccios. Éste consiste en el
cambio gradual en la orientación del eje rotativo de la Tierra, siguiendo una
trayectoria circular alrededor del polo, similar al bamboleo de una peonza.
Este ciclo se completa cada 25.776 años.
También descubrieron que nuestro sistema solar gira
alrededor de Alción, que es el sol central de las Pléyades, tardando 25.920
años en terminar cada vuelta. De esta manera los sumerios agregaron al tiempo
terrestre el tiempo celeste, una enorme medida que determina ciclos que han
sido precursores de significantes cambios. Dividieron el círculo de ese recorrido
en 12 cuadrantes, representado cada uno por un animal, en lo que todavía hoy
conocemos como zodiaco. Cada cuadrante o era dura 2.160 años y ahora estamos
entrando en la era de Acuario.
Además dejaron registrada la existencia de todos los
planteas de nuestro sistema solar, incluso Urano, Neptuno y Plutón, que sólo
fueron redescubiertos recientemente por la astonomía moderna.
Representación sumeria en la que figura nuestro sistema
solar con un planeta añadido, tal vez Nibiru…
Mucha de la información que tenemos acerca de los sumerios
ha llegado a nosotros a través de tablillas de arcilla con textos y
representaciones acerca de su vida y creencias. Quizás la figura más
representativa en su estudio fue el recientemente fallecido Zecharia Sitchin,
un conocido arqueólogo e historiador que, después de traducir miles de
tablillas sumerias, llegó a contundentes conclusiones que explica en los
numerosos libros que tiene publicados. Según sus estudios, los sumerios
hablaban de la existencia de un planeta más en nuestro sistema solar,
denominado Nibiru o Planeta X, cuya órbita alrededor del sol trazaría una
elipse muy marcada y que tardaría 3.600 años terrestres en completar. En este
planeta habitaban unos seres inteligentes llamados Anunnaki, que provenían
originalmente de la Constelación de Orión, y que crearon la raza humana en la
tierra a partir de la manipulación genética de homínidos. Además, fueron ellos
quienes transmitieron al hombre todo el conocimiento relacionado con
tecnología, arquitectura, agricultura, medicina, etc.
Esta teoría supuso todo un desafío para la comunidad
científica y de historiadores tradicionales, que optaron por interpretar los
mensajes de estas tablillas sumerias como pura mitología o creencias
religiosas. En cualquier caso, fueran mito o realidad, es interesante que los
Anunnaki provinieran de Orión, porque esto nos da un apunte de que la
civilización sumeria relacionaba el origen de la humanidad con esta
constelación.
Fragmento de piedra tallada con escritura sumeria en el 2450
A.C. Museo Louvre, París.
Imagen cedida por Eric Gaba.
EL ANTIGUO EGIPTO Y ORIÓN
La civilización egipcia nos dejó un legado extenso de
edificios, artefactos, representaciones artísticas y jeroglíficos que nos
permiten conocer en detalle muchos aspectos de su cultura. Aunque también es
cierto que aún existen numerosos enigmas que dan lugar a diversidad de
hipótesis y dividen las opiniones de los expertos. Uno de esos misterios sin
resolver se encuentra en un colosal conjunto arquitectónico que parece hacer
una clara alusión a la constelación de Orión: Las Pirámides de Gizeh.
En los años 90, el ingeniero Robert Bauval y el investigador
Adrian Gilbert se embarcaron conjuntamente en una exhaustiva investigación
acerca del asentamiento de Gizeh y formularon sus conclusiones en lo que
llamaron la Teoría de la Correlación de Orión, que detallan en su libro �The Orion Mystery, Unlocking
the Secrets of the Pyramids�.
En él explican que las tres pirámides de Gizeh (Keops, Kefrén y Micerino) están
situadas de tal manera que son una representación a escala de las tres
estrellas que conforman el Cinturón de Orión, tal y como estaban situadas en el
año 10.500 a. C. Además, descubrieron que en la pirámide de Keops hay unos
angostos canales que comunican la Cámara del Rey y de la Reina con el exterior,
orientados de manera que cuando el primero trazaba una trayectoria hacia el
centro de la constelación de Orión, el segundo la trazaba hacia la estrella
Sirio.
Sección de la Pirámide de Keops con indicaciones de los
canales que comunican con el exterior.
Curiosamente, dos de los dioses principales de los egipcios
eran Osiris y su mujer Isis, a los que asociaban con Orión y la estrella Sirio
respectivamente, y eran considerados los creadores de La Tierra y de la
humanidad. Una vez más, nos encontramos ante una civilización que asociaba a
Orión con el origen del hombre.
Al superponer el mapa estelar del Cinturón de Orión sobre la
posición de las Pirámides de Gizeh, vemos que el patrón coincide.
TEOTIHUACÁN Y ORIÓN
Teotihuacán fue una de las mayores ciudades prehispánicas
que conocemos en Mesoamérica. Los restos de este asentamiento se encuentran a
unos 45 km al noroeste del centro de la Ciudad de México. La fecha de su
construcción y la identidad de sus primeros pobladores son una incógnita. Se especula
que los habitantes iniciales pudieron ser los totonacos, los nahuas o los
pueblos de habla otomanqueana, aunque hipótesis más recientes se inclinan a
pensar que la ciudad de Teotihuacán fue un centro cosmopolita en la que
convivieron grupos de diverso origen étnico.
Los monumentos más destacados en el lugar son la Pirámide
del Sol, la Pirámide de la Luna y el Templo de Quetzalcóatl. El astrónomo
británico Gerald S. Hawkins explica en su libro �”Más
allá de Stonehenge”, cómo la construcción de Teotihuacán está estrechamente
ligada a algunas constelaciones. Mediante un programa informático descubrió que
algunos de los edificios están orientados hacia la estrella Sirio (la misma que
en el antiguo Egipto se identificaba con la diosa Isis, esposa de Osiris).
Posteriormente, Adrian Gilbert investigó la posible relación entre las
pirámides de la Luna y el Sol y el Templo de Quetzalcóatl con las tres
estrellas del cinturón de Orión, observando que existe una correlación, al
igual que ocurre con las Pirámides de Gizeh en Egipto.
Aquí vemos cómo la posición de las estrellas del cinturón de
Orión también coincide con la de las pirámides principales de Teotihuacán.
ORIÓN EN LA CHINA ANCESTRAL
En la antigua China también se construyeron pirámides, que a
día de hoy están cubiertas de vegetación, y a primera vista pueden parecer
meros montículos en el paisaje. Cerca de Xi’an, capital de la provincia de
Shaanxi, hay un conjunto de pirámides que están agrupadas siguiendo el mismo
patrón que el conjunto de Gizeh en Egipto y el asentamiento de Teotihuacán en
México, ¿nos encontramos de nuevo ante una “Correlación de Orión”?
Mapa estelar del cinturón de Orión superpuesto a una fotografía aérea de las pirámides de Xian, China.
OTRAS CULTURAS QUE RENDÍAN CULTO A ORIÓN
En otras sociedades, como la Grecia Clásica y el Imperio
Romano, encontramos referencias mitológicas y literarias a Orión. Por otro
lado, en el más antiguo de los escritos sagrados del Hinduismo (Rg Veda) se
cuenta la historia del dios Prajapati, que representa a la constelación de
Orión, y es considerado uno de los dioses creadores.
LA CONSTELACIÓN DE ORIÓN DESDE LA CIENCIA ACTUAL
En estos últimos años, y gracias a los telescopios modernos,
la astronomía la llegado a una serie de descubrimientos acerca de la fisionomía
de la constelación de Orión. Uno de los más sorprendentes es que está cubierta
por una gigantesca estructura de hidrógeno, plasma y estrellas nacientes: el
Complejo de Nubes Moleculares de Orión, también conocido como M42. Este
fenómeno, que se encuentra a 1500 años luz de nuestro planeta, destaca
especialmente por ser una región intensa de formación estelar y hay indicativos
de que nuestro sistema solar pudo tener su origen allí.
Nebulosa que cubre Orión, conocida como M42.
El científico de la ESO (European Southern Observatory)
Thomas Stanke, que ha dedicado estos últimos años al estudio de la M42, afirma
que muchas de estas estrellas que están naciendo en Orión, evolucionarán como
nuestro Sol y que algunas de ellas tendrán planetas parecidos al nuestro
orbitando a su alrededor.
Es interesante contrastar este dato con la divinización de
Orión por parte de aquellas primeras civilizaciones, que ya en aquellos tiempos
consideraban Orión como el origen de su existencia y el lugar donde habitaban
sus creadores. Nos encontramos ante uno de esos pliegues donde ciencia y
creencias se solapan.
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